sábado, 21 de enero de 2006

La historia de Blondie


Blondie aún no sabía que era Blondie, simplemente era un gatito abandonado bajo la lluvia maullando, tal vez para que alguien le salvara y pudiera darle el calor que no tenía, o tal vez llamando a alguien en concreto, ¿quien sabe?.

Suerte que ese alguien le oyó y le vió desde una ventana y sin pensarlo dos veces bajó a por él llevándoselo a su casa , y ahí exactamente comenzó la historia que hoy quiero traer aquí, que me conmovió tanto cuando me la contó la protagonista, que desearía darla a conocer, al mismo tiempo quiero ofrecer un homenaje a las pequeñas mascotas que en un momento determinado de la vida son tan importantes para tantas personas.

Ana siempre había sido amante de los animales e incluso tenía ya algunas mascotas, recogidas en la calle, animales abandonados que se encontraban desamparados, quizás sentenciados a acabar sus vidas en ese abandono. Aquél dia lluvioso miraba por la ventana cuando unos maullidos llamaron su atención, escudriñando la calle pudo ver como un pequeño gatito rubio vagaba solo arriba y abajo, tan perdido y necesitado que no dudó en bajar las escaleras y correr hacia él bajo el agua, tomarlo en sus brazos y darle así el primer calor, los primeros mimos de muchos otros que vinieron, con el tiempo, después. Le llamó Blondie.

Con el tiempo, la vida de Ana cambió radicalmente y se convirtió en un infierno con la pérdida de un ser querido muy próximo y la enfermedad difícil y desgastadora de otro. Los problemas económicos, las deudas, problemas en el trabajo, la estrechez y la desesperación hicieron de su vida una angustia por sobrevivir, tan sólo la alegría y la compañía de sus mascotas la sacaban un poco de aquella realidad tan dura.

Algunos días, conseguía comida para los animalitos y ella apenas probaba bocado, arreglándoselas como podía.

Tan duro era el despertar, tan pesado el fardo de sus problemas, que la idea de la muerte, de alejarse de allí, de escapar a ese dolor, la acechaba con fuerza. Una mañana, frente a su taza de café, lloraba en silencio, amargamente, con esos pensamientos oscuros que le venían como dagas, como única solución... Sí, pero antes de irse sacrificaría a sus mascotas, no podía dejarles sólos, y luego se iría ella, silenciosamente, como calladas eran sus lágrimas en aquella mañana.

Estando así, Blondie, su gatito salvado, su preferido, subió a su falda y ronroneando puso su patita en la mejilla de Ana, en un gesto tierno, casi humano, un gesto con el que parecía querer consolar a su salvadora.

Ana, miró los ojos de Blondie y leyó en ellos lo que no pudo leer en las palabras y ojos de los humanos que la rodeaban, entonces, pensó que no tenia valor para quitar la vida a aquellos animales, y que ella era todo lo que tenían, así que en un instante, Blondie se convirtió en el salvador de aquélla que bajo la lluvia le tomó a él y le dió su cariño, su casa y su comida.

Hoy Ana tiene una foto de su gatito en casa, que murió con el tiempo, y piensa que aquél gesto pequeño pero decisivo que Blondie le regaló, no sólo le salvó a él y a los otros animales de morir, sino que también la salvó a ella. Su vida ahora es tranquila, feliz, y sigue cuidando y recogiendo mascotas que parecen desamparadas, que parecen solas y perdidas, pero que nadie sabe si ella es la que las salva o son ellos los que están ahí para decirle que siga adelante.

Con todo mi cariño para Ana y su valentía al tomar la decisión de seguir adelante, y para todos los que además de amar al prójimo, aman y respetan también a los animales.

miércoles, 11 de enero de 2006

¡Feliz 2006.. y que nos sea leve!



Se acabaron las vacaciones. Pasaron los días de compartir con la familia cenas de cordero y langostinos, tertulias de café y turrón. El paréntesis de amor y comprensión, alegría y villancicos, se ha cerrado. Ese kit kat en el que todos hemos sido la expresión viviente de la armonía, la generosidad y el perdón ha cumplido con la misión anual de recordarnos que podemos ser mejores, pero que lamentablemente no lo practicamos más allá del siete de enero, como mucho. El resto del año, una mitad intenta ineludiblemente fastidiar a la otra mitad.


Comienza la cuesta de enero, que a los que fuman se les hará más cuesta arriba, ya que les han acorralado, y nunca mejor dicho, en el ghetto acristalado, o la mesa arrinconada al fondo, de los espacios con “medios humos”, cuando menos, porque en los espacios “sin humos”, ni siquiera les permitirán fumar. Claro que aún quedan algunos lugares a los que quizás podríamos tildar de espacios “ahumados”, como el salmón, en los que se ha lanzado un cable para aquéllos que se resisten a abandonar tan vilipendiada costumbre, y, atendiendo a los metros cuadrados, les han dado la opción de elegir el tipo de clientes que quieren, ellos han optado por dejar a los rebeldes a la causa de la cruzada antitabaco tomarse un café y un cigarrillo dentro de ese mínimo paraíso en el que se convertirá su “bareto” para los “nicotinosos” repudiados en su lugar de trabajo, e incluso en el bar de toda la vida. ¡Cría cuervos!. ¡Si Bogart levantara la cabeza! Y, sobre todo, ¿qué sería de Audrey Hepburn sin su larga boquilla coronada por el blanco pitillo, que le daba ese toque de glamour y elegancia? ¡Aisss Mis ídolos caídos!


Me siento en la necesidad de ser tolerante con los pobres fumadores ya que, lo confieso, he sido fumadora, y, creo que aún no puedo cantar mucha victoria ya que únicamente llevo 11 días sin fumar, (sí, sólo 11 ¿qué pasa?) y mi trabajito me está costando, así que esa risita que puedo adivinar en quien lea esto, creo que se la puede ahorrar… Es difícil abandonar un hábito que lleva conviviendo contigo muchos años, jooo!!!! Buaaaaa! Ni siquiera puedo criticar a los fumadores y apoyar la ley contra el tabaco todavía, pues algo dentro de mí me corroe y me dice que soy aún “de ellos”, de los del lado oscuro, de esos que siguen con los ojos las volutas etéreas del humo de su cigarrillo, de los que aspiran la vida en cada calada impregnada de alquitrán maldito…(¡Coñe, cuánto me apetece un cigarro!!)... Concentración, niña, piensa en el aliento fresco de menta que promete besos limpios y piensa también aquélla frase que decían… mmmm….¿cómo era?.. ¡ah! sí: “Besar a una mujer que fuma, es como besar un cenicero”, cada vez que he intentado dejar el tabaco me he repetido esa frase, pero se conoce que me importaba un pito lo del cenicero y todo eso… porque siempre volvía a fumar.

Espero que subamos esta cuesta cada uno como pueda, pasito a pasito o a grandes saltos, como los canguros. Feliz 2006 para todos: para los que fuman, para los que no fuman, para los que lo han dejado para no volver, para los que lo han dejado y volverán, para los que estamos en ello y nos está costando, ¡ánimo! Seguro que lo lograremos.